Mis padres tienen una higuera, un árbol generoso que comienza a dar frutos desde finales de agosto hasta mediados de octubre. Los higos que recolectamos de esta higuera son de piel fina, casi negra, y pulpa roja y almibarada. Dulces a rabiar.
Tengo que decir que, de niña, no me gustaban los higos. Me encantaba cómo olían y me fascinaba ver a los mayores comiéndolos con tanta fruición. Sin embargo, yo imaginaba cientos de gusanillos en su interior y me daba pavor. No sé cuándo ni por qué, pero, un día, decidí abrir uno. Lo examiné a fondo y me lo comí de un par de bocados. De ahí al cielo. ¿Por qué no haría el experimento antes?
Desde ese momento, espero ansiosa a que la higuera generosa de mis padres comience cada año su ciclo natural y podamos recolectarlos y disfrutarlos. Especialmente me gustan los higos más tardíos, porque su interior se vuelve muchísimo más perfumado y parece casi mermelada.
Del árbol a la boca Del árbol a la boca Del árbol a la boca
Propiedades de los higos
La higuera es un ficus (ficus carica) originario de Turquía. Mediterráneo, pues. A pesar de que el higo es una fruta muy dulce, no tiene muchas más calorías que una manzana, siempre que se consuma fresco y no seco. Casi no posee grasas, ni proteínas, pero sí azúcares naturales buenísimos. Aparte de una gran cantidad de minerales, esta deliciosa fruta es riquísima en fibra y destaca en el aporte de flavonoides (sustancias químicas producidas por las plantas y que son antioxidantes, antiinflamatorias, antivirales y anticancerígenas). Tengo que matizar que los higos negros son más ricos en flavonoides que los más claritos, lo que me hace muy feliz, dado que la higuera de mis padres da unos fantásticos higos negros.
A pesar de la mala fama que tienen los higos en cuanto a que engordan y proporcionan demasiada azúcar, la realidad es bien distinta. Los higos, al tener muchísima fibra, son saciantes. Por un lado, los nutricionistas recomiendan un par de higos antes de la comida (no después) para evitar que comamos más de la cuenta. Por otro lado, los médicos nos cuentan que la fibra soluble de los higos puede ayudarnos a controlar los niveles de glucosa y de colesterol.
Pon higos en tu dieta diaria cuando estén de temporada. Comerás menos, digerirás mejor y controlarás tus niveles de glucosa y colesterol en sangre.
Aunque los higos frescos son menos calóricos que los secos, estos últimos tienen aún más minerales y, por ello, son muy saludables, aunque hay que comerlos con moderación.

Cómo comer los higos
Ya hemos hablado del higo fresco y del seco o deshidratado, pero, ¿cómo incorporarlos en nuestra dieta?
Tal y como antes mencioné que sugieren los nutricionistas, podemos comer un par de higos antes de la comida principal del día y así su fibra nos llenará y evitará que llenemos demasiado nuestro plato. Yo me lo voy a aplicar a partir de ahora. También podemos comer un par de higos para desayunar, pues el aporte de azúcares buenos y minerales, completará una comida esencial.
Personalmente, me encantan los higos en ensalada y sobre una rebanada de pan de cereales con un poco de queso tierno de cabra. El queso con higos, lo reconozco, es una de mis perdiciones. ¡Está buenísimo! Mira esta receta de hojaldre relleno que, aunque es un poco viejita, está buenísima.
La carne de cerdo es deliciosa acompañándola de una salsa de higos y un arroz basmati se vuelve un manjar con pedacitos de higos secos y pistachos.
Por último, no puedo dejar de mencionar algo que me apasiona: la mermelada de higos, como la que puedes ver en este post.
Fantásticos los higos!!! A mí también me encantan en ensalada con una vinagreta con miel, nueces y algún queso fresco. Ummm!!! Un post fantástico guapetona!!! Besitos.
Si, son deliciosos y versátiles, cazan con todo. Este año he cortado unos cuantos y los he congelado, veremos el resultado. Beso.
Buaahh, que buenos!!! A mi me encantan. Hasta que llegue a España no sabía que forma tienen y como crecen los higos. Solo los he comido alguna vez(pocas) deshidratadas, o secas. Eran buenísimas así, pero mi sorpresa fue grande al descubrir lo buenos que son frescas naturales. Y bonitos, la mar de bonitos.
Ahora los adoro, y en época de higos voy buscando de donde coger alguna fruta, ya cuando no encuentro me los compro. Pero en el super no hay estos negros. Sin embargo las puedo disfrutar cogiebdolos del árbol que hay en la Montañeta del Sants. Y voy cada año, hasta hice mermelada, cuando encontré bastantes. Tengo un bote que espera la Navidad, para rellenar alguna galleta Linzer o algo parecido.
Laurita, aquí mi experiencia con esta fruta tan sexi tan fotogenica, rica y aromática.
Un beso