Si hay algo que me gusta en este mundo es llegar del mercado el sábado a media mañana, encender la radio, subir el volumen y que suene “How bizarre” de OMC. Me pongo como loco. Los pies se me echan a bailar y casi no puedo seguirles el ritmo. A duras penas logro atarme el delantal.
Abro una botella de vino y me sirvo una copa. Es importante que sea una preciosa y delicada copa de cristal. No todos los días son sábados y, además, porque yo lo valgo. ¡Qué coño! Muevo las caderas y levanto los brazos, cantando como si llevara un micrófono.
—How bizarre, how bizarre… It’s making me crazyyyyyyy!
Saco unos hermosos tomates que sueño con regar con el más verdoso y espeso de los aceites de oliva de Santa Lucía de Tirajana y salpicarlos con unos granos groseros de sal marina de Lanzarote. Hay más: una lechuga como un ramo de novia excéntrica, papas pequeñitas y nuevas, unos pimientos rojos en los que cabría un chuletón de Ávila y unas mangas de Mogán que huelen a almíbar de dioses.
—¡Qué pedazo de pepino!
Suena el timbre.
—Ya estamos otra vez. ¿Quién carajo será?
Voy hacia la puerta, abro y ahí está mi vecina del quinto.
—Hola guapa. ¿Cómo estás?
—Perdona que te moleste, Berto.
—Nunca me molestas. ¿Quieres pasar?
Ella me mira de arriba abajo, divertida, viendo mi pinta con el delantal del David desnudo de Miguel Ángel, con una cuchara de palo en una mano y la copa de vino en la otra.
—¿Interrumpo algo importante? —pregunta picarona.
—Importante sí que lo es. ¿No lo escuchas?
La agarro del brazo y tiro de ella hacia dentro, cerrando la puerta a su espalda.
—¿Te sirvo una? —le digo mirando mi copa de vino.
—Lo cierto es que sí me apetece, pero no quiero molestar. ¿Estás cocinando?
—En ello estaba, pero si no te parezco un viejo marica ridículo, con delantal y chalado, me encantaría que te sentases aquí —sugiero señalando un taburete de la barra de la cocina —y así me cuentas lo que hayas venido a contarme.
La vecina del quinto es una chica preciosa, pero da la impresión de que algo nubla y aburre su mirada. Pero hoy la encuentro radiante. Porque soy marica, que si no… Bueno, vale, también soy un setentón.
—¿Has ido a hacerte un lifting? ¿Te has puesto bótox? ¿Te has subido las tetas?
Ella se ríe a carcajadas.
—No, nada de eso. Me he atrevido a enfrentarme a la bruja del sexto.
—¡Qué me dices! ¡Por fin! No sé cómo dejabas que te hablase así. ¡Vieja loca! ¡Amargada! Eso es lo que es.
—Bueno, sí… No sé si me habré pasado, pero me he sentido tan bien…
—No me extraña, niña. Siéntate, te sirvo una copita. ¿Te apetece picar algo conmigo mientras cocino? Tengo unas aceitunas partidas y “aliñás” que me manda una prima de Jaén y que son para mearse. ¡Perdona mis palabras! Ya sabes que hablo como me da la gana y con mis años y lo que he pasado aguantando a viejas amargadas como esa del sexto y las palizas de muchos cabrones que luego venían a que les diera…
Se ruboriza y yo suelto una risotada.
—No pasa nada —dice ella sonriendo y dando un sorbo de la copa.
—¿Te quedas?
—Sí, me quedo. Hoy no tengo ganas de estar sola y me lo paso muy bien contigo. Llamas a las cosas por su nombre y en mi círculo eso no es políticamente correcto.
—¿Qué mosca te ha picado hoy? Te veo con la lengua muy sueltita, niña.
—Nada. Nada es lo que me ha pasado últimamente y estoy muy harta.
—Pues venga, saco unas aceitunitas, un poco de chorizo de papas y hoy nos pondremos hasta el culo de comer y beber. Yo tampoco tengo nada que hacer y me gusta tener a niñas jóvenes como tú alrededor. Me hacen sentirme joven. La de cosas que yo haría si tuviera tu edad y ese par de tetas.
La vecina del quinto ríe de modo casi infantil y casi se atraganta con una aceituna.
—Hay que ver cómo eres…
—Y hay que ver lo que te falta a ti por vivir, niña. ¡Espabila que la vida va en un tren a toda leche y no terminas de subirte!
Relato corto original de Laube Leal. Puedes ver otros de la misma serie pinchando aquí y aquí.
Qué divertido y me quedo el final, que la vida pasa volando. Besos
Oye y me encanta como escribes…eres un cajón de sorpresas!
¡Gracias, Ana! A mí me gusta llevar a la gente al huerto. A mi huerto. jejejejeje
Un abrazo, querida.
Qué chulo y dinámico, me encantaría escribir tan bien.
Al principio me recordaba a mi en mi cocina, la musica, el vinito y soy feliz, bueno el vinito en ocasiones especiales.
Lo que es una lástima es darte cuenta de las cosas cuando ya no tienes edad, me sabe mal, que dirán…
Púes sabes mi niña que “a tomar x …” que la vida son dos días y yo he desperdiciado mis tetas jajaja.
Un beso preciosa me has desatado la lengua.
Yo también he terminado el año escribiendo un pequeño cuento que le tenía ganas, por sacar lo que llevas dentro, pero eso es otro cantar.
Feliz Año y que se cumplan tus deseos
¡Pues aprovecha lo que tengas! Tenemos que sacudirnos las obligaciones que no nos llevan a nada bueno y los convencionalismos. Nos esclavizan y no tenemos que aguantar.
¿Has publicado tu cuento? ¿Dónde? ¡Quiero leerlo! Lo importante es justo eso: sacar lo que se tiene dentro. Escribir mejor es solo una cuestión formal que requiere su tiempo.
Un abrazo, Mercedes. ¡Feliz 2018!
¡Me ha transportado a esa cocina-office! …y contagiado de ese “a tomar por x”
jajajajajaja Pues eso es lo que a todos nos hace falta, Victoria. Mandar a tomar por x muchas cosas que solo nos esclavizan.
Feliz 2018, querida.
Siempre es un placer leerte Laura.
Me encanta este relato porque es muy real, me imagino haciéndome muy amiga de ese vecino.
Es el vecino que todas querríamos, Mina.
Un besote, amiga.
Con este me he quedado con la boca abierta!
Fantástico Relato!
¡Gracias, David! Me encanta que te haya dejado boquiabierto. jejejeje
Feliz 2018, mi niño.
Y tan a toda leche. Me ha gustado mucho. Desde el principio me he visto en el lugar y eso en un relato corto ¡es bien difícil!
Besos.
Pues entonces, ¡objetivo logrado! ¡Gracias, María! Tu opinión como gran lectora es muy cualificada.
Muaccccc
Jajajaja Muy bueno !!
¡Gracias, Milagros!
Feliz 2018, reina.
¡¡¡Qué simpático!!! Me ha encantado. Muy dinámico y peculiar. Me he imaginado toda la escena perfectamente. Fabuloso, preciosa!! Besitos