El regalo

¿Quién puede ser a estas horas? Se acercó a la puerta, observó por la mirilla y no vio a nadie. Se paró a pensar si podría haber soñado que llamaban al timbre. Volvió a mirar por la mirilla y acertó a ver un fragmento de algo que había en el suelo. ¿Qué era eso? Era algo rojo.

Reflexionó unos segundos sobre si debía abrir la puerta. Eran las dos de la mañana y tenía dudas sobre si sería seguro abrir o no. No obstante, no se veía a nadie y lo cierto es que no había donde esconderse. Además, la puerta del ascensor estaba cerrada. Decidió abrir la puerta.

Abrió rápida y silenciosamente, agarró el objeto y volvió a cerrar. El corazón le latía con fuerza. Pegó la espalda a la puerta y se quedó mirando aquella caja envuelta en un reluciente celofán rojo.

El celofán crujía mientras movía la caja entre sus manos, girándola lentamente para observarla bien. La meneó levemente y no se oyó ningún ruido. Volvió a agitarla con más intensidad y nada. No sonó absolutamente nada.

Caminó hacia el salón, se sentó en su mullido sillón orejero, dejó la caja envuelta primorosamente en celofán rojo sobre la mesa, justo delante de ella, recogió los pies sobre el sillón, se ajustó la bata y observó la caja.

No era grande, pero tampoco pequeña. Tenía forma rectangular y parecía de cartón vulgar. La tomó en sus manos y la observó más de cerca. No tenía abertura o, al menos, no la veía. Decidida, empezó a buscar el lugar por donde arrancar el celofán. Tiró de una esquinita, aplicó un poco de fuerza y el brillante celofán empezó a rasgarse.

Cuando tuvo la caja de cartón en sus manos, la empezó a girar para encontrar por donde abrirla. No halló un resquicio. La colocó de nuevo sobre la mesa y se levantó para preparar una infusión calentita.

Mientras calentaba el agua en el microondas, oyó un ruido. Se acercó a la puerta de la cocina y vio la caja sobre la mesa. Estaba justo donde la había dejado. Vertió el agua caliente sobre la taza, colocó dentro la bolsita de té blanco y, de nuevo, un ruidito sordo. Arqueó una ceja al tiempo que endulzaba con miel su infusión y salió con la taza hacia el salón.

Cuando se aproximaba al sillón sin dejar de mirar la caja, vio como esta se movía ligeramente, elevando uno de sus ángulos y dejándolo caer de nuevo. Se quedó allí de pie, con los ojos como platos. La caja se deslizó por la superficie de la mesa con lentitud, dio dos vueltas sobre sí misma y se elevó en el aire, abriéndose por su parte superior y dejando salir un…

Dio un respingo y dejó caer su taza al suelo, mojando sus calcetines. No daba crédito a lo que veía. Pero, ¿cómo era posible? Parpadeó varias veces, se frotó los ojos con el dorso de la mano y miró fijamente el respaldo de su mullido sillón. Encima, como si fuera lo más normal del mundo, había un… ¿Cómo llamarlo? ¿Dibujo animado?

Eso mismo soy —le dijo el redondeado elefante de color rosa que le sonreía haciendo equilibrios sobre el respaldo del sillón.

Relato corto original de Laube Leal. Puedes leer otros de la misma serie pinchando aquí, aquí y aquí.

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15 Comentarios

  1. Mercedes

    Qué chula esta historia y divertida a la vez que inquietante jajaja.
    Sí lo que te interesa es saber mí opinión, haría exactamente lo mismo pero lo abriría antes de irme a por el té.
    Me llevaría al elefantito animado a la cocina y mientras me preparaba el té, charlaría con él, no sin antes preguntarle si le apetecía tomar algo.
    Quiero un regalo así!!

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    • Laube Leal

      jajajajajajaja Tú eres como yo. Me encantaría que esas cosas pudieran ser realidad. jajajajajaja

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  2. Imma Ruano Ballespí

    ¡Qué bien escrito Laura. Me ha gustado la sorpresa Rosa. Aunque me hubiera gustado más que hubieran salido un par de orejillas peludas; ya sabes cómo me gustan los bichillos. Enhorabuena por el relato.

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    • Laube Leal

      Pues otro día, habrá bichillo de orejas peludas. jajajajajaja Gracias, Imma.

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  3. Patricia Blanco Budia

    Jajaja!!! Qué sorpresa!! La verdad es que no me lo esperaba!!! Muy agradable el relato!!! Besitos, guapetona!

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    • Laube Leal

      Siempre me han chiflado los dibujos animados.
      Gracias, Patri.

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  4. Enikő Ostafi

    Quiero un elefante rosa
    Que bonito relato, Laura. Que tengas una bonita tarde.
    Besos

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  5. Victoria

    jajajaja y entonces ..se despertó!

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  6. Mina Ortiz

    ¡Ay Laura, vaya sorpresa!
    Mientras leía llegué a pensar en el regalito de un asesino en serie, hasta que la caja se movía y me dije, ya está, un perrito, pero no, jajajajaja,.. el elefante animado me dejó noqueada.

    ¡¡Bravooooooo!!

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    • Laube Leal

      Pues fue surgiendo solo a medida que lo escribía. No fue excesivamente meditado, Mina, pero resultó anillo al dedo.

      Muacccccccccccccc

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  7. Mon

    Como somos.. como nos gusta mezclar realidad y fantasía…pero es que a veces para nosotros, la linea que las separa s tan tenue que nos confunde. Yo creía que iba a salir un lindo gatito, pero el elefante rosa, quizás el de Pocoyó, ha sido totalmente inesperado. A mi me encantaría que de vez en cuando, la vida nos diera toques de color así, que la realidad nos dejará atónitos y nos diera ese puntito de felicidad personal. Gracias Querida!

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  8. Ana

    ohhh qué chulo, me encantan estos relatos que escribes…y este te mantiene con la curiosidad hasta el final!
    besos

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  9. Marhya

    Me encanta la sorpresa. 😉 Totalmente inesperada.
    Besos.

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