Fotografía gastronómica (VII): la profundidad de campo y su capacidad para destacar los alimentos

 

Cada decisión tomada a la hora de hacer una fotografía, cada parámetro y cada ajuste afectan al resultado de la misma. Cuando sabes con certeza cuál es el efecto de cada uno de esos distintos ajustes y aplicas estos para conseguir aquellos es cuando estás controlando realmente tu cámara. En el post de hoy hablaremos de uno de esos conceptos fundamentales en el mundo de la fotografía y que debemos aprender a dominar para hacer tomas a la medida de nuestros gustos y deseos: la profundidad de campo.

En uno de “Mis básicos de fotografía para no profesionales” analizamos la profundidad de campo, así que, les invito a volver a repasar ese artículo para poder trasladarlo a la especialidad de la fotografía gastronómica. No volveremos completamente sobre nuestros pasos, porque nos centraremos en los efectos que se logran con ese importantísimo elemento de la fotografía, pero, parémonos un instante y definámoslo:

La profundidad de campo hace referencia a la parte de la imagen que aparece perfectamente enfocada.

 

¿Con esa simple acepción somos capaces de entender todo lo que conlleva la profundidad de campo? De hacerlo, habremos librado una poderosa batalla frente a nuestra cámara, por eso y aún a riesgo de parecer pesada, te pido que no dejes de leer el post de “Mis básicos de fotografía para no profesionales” que te he indicado anteriormente.

En el artículo ya mencionado explicábamos cómo se logra una concreta profundidad de campo. A menudo, cuando uno es principiante en fotografía piensa que solo importa la apertura del diafragma, lo cual es un error que, si no despejamos, frustrará la mayoría de nuestras fotografías. Todos hemos disparado fotos con la misma apertura de diafragma, esperando el mismo desenfoque y nos desconcertamos cuando vemos que no es así. Lo mismo sucede cuando hacemos fotos con una distancia focal diferente y no entendemos por qué, si hemos ajustado la misma apertura, no logramos el mismo resultado. Todo esto es debido a que la profundidad de campo tiene que ver con tres variables: la apertura del diafragma, la distancia focal y la distancia entre la cámara y el objeto fotografiado (también es importante la distancia entre el objeto fotografiado y el fondo). No se logra la misma profundidad de campo con iguales aperturas del diafragma si probamos a hacer dos fotos con dos focales distintas y a una distancia diferente del objeto enfocado. Además, también la compresión (distorsión del tamaño) de los objetos por delante y detrás del punto de enfoque es completamente distinta según uses una distancia focal a una determinada distancia del objeto u otra.

Te estarás preguntando: ¿y todo esto para qué puede servir a la hora de fotografiar platos de comida? Pues te diré que sirve para destacar o enfatizar unos alimentos de ese plato dejando a otros en segundo plano mediante el desenfoque (bokeh). Evidentemente, también tendrás que haber decidido qué parte del plato quieres enfocar (repasa el artículo VI de esta serie sobre fotografía gastronómica). Pongamos unas fotos a modo de ejemplo y entenderemos mejor toda esta interrelación de conceptos, ajustes y variables.

La profundidad de campo en la fotografía gastronómica

Todas estas fotos están tomadas con la misma distancia entre la cámara y las frutas fotografiadas y con la misma apertura de diafragma (f8). La variable es la distancia focal elegida y que, como podemos apreciar, cambia completamente la escena. Aún con la misma apertura de diafragma, la profundidad de campo es totalmente distinta en las cuatro fotos; menor a medida que aumentamos la distancia focal. Fíjate en la fotografía tomada con el 200mm y que la naranja es casi una mancha redonda (y cortada por el plano). Pero, además, notamos un nuevo elemento diferenciador: la compresión. Dicha compresión introduce una distorsión en el tamaño de los objetos que se hace mayor cuanto mayor es la distancia focal. Observa las cuatro fotos y nota que a medida que aumentamos la distancia focal, las frutas parecen más grandes de lo que en realidad son. Pues bien, esta distorsión es un atractivo extra en nuestras fotos de alimentos, siempre y cuando sepamos cómo y cuándo aprovecharla.

Como habrás podido observar en este artículo, más que explicar un único concepto, hemos tenido que entrar a relacionar múltiples ajustes al mismo tiempo y es que es imprescindible jugar con ellos y combinarlos para lograr fotografiar nuestros platos y hacer que estos luzcan maravillosos y deseables. Parece complicado, pero no lo es tanto. Hay que asumir e interiorizar esta realidad técnica. Todo influye y por eso es necesario comprender cómo funciona tu cámara y qué consigues con cada distancia focal. La única manera de lograr los resultados deseados es practicando y volviendo a practicar. Como en cualquier materia, el esfuerzo y el tiempo dedicados son imprescindibles.

 

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6 Comentarios

  1. Aisha

    Un post súper interesante… Lo comparto! 😉
    besos

    Responder
  2. Kety alvarez

    Aunque no se nada de fotografia las explicaciones tan detallada que haces ,haces que me involucre y me parezca apasionante.muuua.

    Responder

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