La vida nos embiste con fuerza cada vez que tiene ocasión. No está hecha para melindres. A esos se los come para desayunar. Pan con mantequilla y melindres. No es que tengan mucha enjundia, pero algo hay que comer y la vida los devora en un par de bocados. Luego, se sacude las migas, si es que han quedado. ¿Pena…? ¿Pena de qué? La vida es lo que es. Solo tiene un objetivo y es sobrevivir. Los remordimientos quedan para los melindres, ¿recuerdas?
Ella, la vida, nos manda a jugar, a vivir y a morir. Se ríe de nosotros y de nuestra fragilidad. ¿Y por qué? Porque nos envidia. Ella no puede venir a jugar. Ella está. Ella es. No puede soltar el cetro y ser uno más. La soledad es su cárcel de cristal y ahí deberá permanecer más allá del fin de nuestros días. La perdurabilidad es su premio y su castigo.
Como entretenimiento, la vida nos exige subirnos a sus gigantescas olas. Si te dejas mecer por ellas, te estampa contra las rocas. Más alimento para el titán que engrasa y mueve sus tornas. Si te resistes, te agota y, al final, te estampa contra las rocas. Ella necesita alimentarse de los vencidos y seguirá haciéndolo hasta que ninguno de nosotros siga aquí. Estaba antes de que llegásemos y nos sobrevivirá. Es la única e irrefutable verdad absoluta.
Pero la vida tiene una debilidad… Ella ama la voluntad humana, nuestra pasión y valentía. Se disfraza y a hurtadillas nos persigue. El monstruo que alberga sueña con acariciarnos, nos llora y se emociona. A veces, se tapa los ojos, se muerde los labios y nos da una tregua. Entonces y solo entonces, zarpamos y surcamos nuestros propios mares.
Relato corto original de Laube Leal
Buenos días tesoro.
Aquí estoy escondía viéndote un rato, sin tiempo ni para peinarme.
Muy metafórico tu texto de hoy, aunque al final siempre te estampes, da igual que te dejes llevar o que te resistas, acabamos en el mismo sitio, creo que al final lo que vale es la lucha diaria y que al esta parte lo hagas con orgullo de haber luchado.
Felices vacaciones, me voy a prepararle el desayuno a la tropa, hoy tostadas con mantequilla y melendeines .
Un besazo
Estamparte, no esta parte. ❤
Hoy estoy particularmente sensible, no sé, lo mismo llevo una temporada luchando contra las olas no muy altas, pero al fin y al cabo olas y aunque no me han estampado contra las rocas si es verdad que me dejado sin fuerzas.
Parece que tu relato me ha venido bien, voy a ver si es tiempo de tregua y trato de navegar mi propio mar.
Un beso y felices vacaciones.
Toma fuerzas, Juana. A veces somos nosotras mismas quienes nos ponemos retos demasiado lejanos y ello nos frustra y deja sin fuerzas para dar pasos sencillos que, al fin y al cabo, son los que nos van a llevar a hacer el camino.
Un besito y anímate.
En definitiva éso es la vida, luchar para no ir a la deriba en un duro mar, con tempestades y a veces calma…no hay que dejarse vencer y seguir remando, para no estamparse contra las rocas.
Precioso y profundo relato..
¡Cómo nos gusta el mar! Muchas gracias, Antonia.
Besitos
Me ha encantado to relato, laura.
Y me recuerda que en esas estamos todos. Y yo, particularmente, nadando ahora a contracorriente para que la vida no me estampe contra las rocas.
No sé si saldrá bien, pero si no lo intento, la vida me hará un esclavo.
Sigamos surcando nuestros mares si dejar de vigilar los vientos de cambio.
¡Un abrazo!
No puedo creerme que haya escrito tan mal.
“to”= tu (se me fue la vena inglesa después de haber tratado a una cliente anglosajona :D)
“si”= sin