Dicen por ahí que si no estás en alguna red social es como si no existieras y no niego que pueda ser así, dado el mundo tecnológico en el que vivimos. Pero, y si no salimos en buenas fotografías, ¿quién nos recordará cuando ya no estemos?
Si no salimos en buenas fotografías, ¿quién nos recordará cuando ya no estemos?
La fotografía como testimonio de vida
No cabe duda de que la fotografía ha ido acompañando casi todos los eventos relevantes de la sociedad mundial del siglo XX y ello hizo que fuera contemplada con veneración. Las personas daban mucha importancia a todo testimonio gráfico y confiaban en él. En este sentido, las noticias llegaban y, si aparecía una foto confirmándola, era señal de que había sucedido algo realmente importante y que merecía ser recordado. De hecho, podemos destacar grandes fotógrafos testimoniales y/o documentales, como Sebastião Salgado y la mexicana Graciela Iturbide.
La fotografía ha sido considerada un arte realmente importante y las personas sabían que, si querían ser recordadas por sus contemporáneos o por sus familias, debían ser retratadas. Para ello, habían de acudir a un fotógrafo y ese día era un gran momento. De hecho, se vestían y acicalaban con esmero y eran conscientes de que ese retrato iba a pasar a ser un objeto familiar muy apreciado. Toda la parafernalia que acompañaba al fotógrafo le daba, además, una pátina de trascendencia a todo el proceso.
En las últimas dos décadas, la fotografía ha evolucionado de manera exponencial y se ha convertido en algo accesible a la mayoría de los ciudadanos. Podemos decir que se ha democratizado gracias a las pequeñas y asequibles cámaras compactas y lo hemos de celebrar. Pero, ¿hasta qué punto no ha perjudicado a la figura del fotógrafo?
El fotógrafo y la democratización de la fotografía
No hay más que abrir los ojos y observar. Todo el mundo hace fotos y todos llevamos encima ese objeto pequeño y capaz de grandes hazañas fotográficas: el smartphone. Pero, ¿nos convierte en fotógrafos el hecho de hacer fotos? La primera respuesta que me viene a la cabeza es «sí». Dice la real Academia española de la Lengua:
Fotógrafo: persona que hace fotografías, especialmente como actividad profesional.
Pues ahí tenemos la respuesta completa: hacer fotos no convierte a una persona en fotógrafo, sino hacerlas como actividad profesional.
Si bien es cierto que la figura del fotógrafo ha sufrido una enorme minusvaloración, dado que solo se acude a nosotros en casos cada vez más excepcionales, como las bodas; también es cierto que ha surgido la especialización fotográfica y ello ha llevado a un aumento de la técnica y de la consideración artística.

La fotografía especializada al poder
Desde mi punto de vista, la especialización fotográfica ha sido todo un hito remarcable en esta disciplina. La existencia de profesionales de la fotografía y la videografía en el campo de la moda, la gastronomía, los fondos marinos o la fotografía de embarazo, por poner solo algunos ejemplos, está siendo un impulso grandioso para todos los que desempeñamos nuestra actividad laboral en este apasionante mundo. No hay más que ver la dura tarea de los compañeros que se dedican a la fotografía newborn y la belleza increíble de sus trabajos. ¡Preciosas instantáneas llenas de ternura! ¿Quién diría hace algunos años que fotografiar con estilo a recién nacidos se convertiría en una de las especialidades más exitosas de la fotografía de familia?
Personalmente creo que nadie va a poder reemplazar al fotógrafo especializado. Da igual si van saliendo al mercado cámaras maravillosas y si son accesibles para la mayoría de las personas, sean aficionados o no al arte fotográfico. El estudio, la técnica, el ojo y la experiencia no podrán ser desbancadas de ninguna de las maneras y, por suerte, cada vez hay más clientes que acuden a la contratación de estos esmerados y cualificados trabajos.
Una foto profesional es un recuerdo excepcional para el futuro
Por un lado, hay quienes acumulan miles de fotos en sus dispositivos móviles y yo me pregunto: ¿qué hacen con ellas? Salvo algunas personas que hacen copias de esos contenidos en todo o en parte, la mayoría los guarda simplemente y, cuando se les descalabra el móvil, adiós fotos. ¿Eran realmente tan importantes…? En mi humilde opinión, cuando algo es «gratis», no lo valoramos como merece. Sucede lo contrario cuando hemos tenido que pagar por algún trabajo a un profesional, sea del sector que sea.
Por otro lado, me cuestiono qué tipo de imágenes nuestras estamos guardando para el futuro. Observo que la mayoría de nosotros nos hacemos cientos de selfies y nos fotografiamos con amigos o con la familia. Si nos paramos a analizar esas fotos, ¿son esas las fotografías que realmente querríamos ver cuando hayan transcurrido veinte o treinta años? En mi caso, que puedo pasar horas viendo fotos antiguas de mi familia o de las de otras personas, la respuesta es un rotundo no.
Por último, expresarte que la fotografía de familia es, para mí, el recuerdo más lindo que se puede dejar de uno mismo y de las personas queridas. Quizás influya el hecho de que soy fotógrafa, pero siento la necesidad de dejar constancia visual de mi paso por el mundo, para mis amigos y familia y deseo que sean imágenes bellas y llenas de emoción. En este aspecto, me declaro una amante de la contemplación de la fotografía de familia y puede que, por ello, la haya convertido es una de mis especialidades.
La fotografía de familia es, para mí, el recuerdo más lindo que se puede dejar de uno mismo y de las personas queridas.

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