¿Recuerdas mi post sobre los consejos de Ogilvy? Uno de sus pilares básicos es aquel que afirma que escribir bien no es un don natural, sino que exige un proceso de aprendizaje. Las teorías más extendidas a este respecto indican que se puede aprender a escribir correctamente, mientras que alguna hay que disiente y considera que es una cualidad innata sin la cual es imposible ser un buen escritor. Pero, ¿quién ha hablado de ser escritor? Creo que no es necesario llegar a tanto, pues podría bastar mejorar la manera de redactar. ¿O no…?
Ambas posturas podrían estar acariciando determinados intereses. En este sentido, quien defiende que se puede aprender a escribir bien podría tener algún interés en “enseñarte” a hacerlo, mientras que quienes abogan por considerar que se trata de una virtud con la que se nace podrían estar desalentándote para evitar la competencia. Desde mi punto de vista, no todo es blanco o negro y, quizás, sea más acertado considerar que todo en esta vida es susceptible de ser aprendido, aunque siempre será más fácil si se tiene predisposición a ello.
Analicemos los factores que podrían contribuir a favorecer que algunas personas tengan una mayor soltura a la hora de escribir:
[icon_list_item icon=’fa-angle-right’ icon_type=’transparent’ icon_color=’#857822′ icon_top_gradient_background_color=” icon_border_color=’undefined’ title=” title_color=” title_size=”] El aprendizaje
Por un lado, y aparte de la posibilidad de una predisposición genética para el pensamiento literario y la escritura, creo que el ambiente familiar es el caldo de cultivo idóneo para que el don salga de su primer caparazón y tiente el mundo exterior. Ver a los progenitores con un libro en la mano es fundamental en los primeros años. Por otro lado, si en el colegio se impulsa positivamente el hábito de leer y la importancia del mundo de las Letras, todo puede ser mucho más sencillo. Así se contribuye a crear buenos lectores y, en consecuencia, personas con una relativa fluidez en la escritura.
Personalmente creo que vivimos un mal momento para el pensamiento que no tenga que ver con el cientificismo. Nuestros gobernantes actuales han considerado que todo lo que no sea práctico en el sentido de las ciencias positivas, debe ser relegado a puestos de poca relevancia. De ahí a tener una sociedad formada por personas con una incapacidad manifiesta a la hora de escribir dos frases gramaticalmente correctas seguidas y/o sin faltas de ortografía, así como con nula curiosidad por la lectura, hay un paso de hormiga. Es triste observar esa insistencia machacona sobre la intrascendencia de las Letras, cuando es un hecho irrefutable la imposibilidad de desarrollar y explicar una teoría científica sin una argumentación verbal y escrita. ¿O acaso pretenden que nos comuniquemos mediante fórmulas matemáticas? Humildemente creo en la cohabitación de las Ciencias y las Letras, como aspectos indisolubles de la evolución del pensamiento humano a todos los niveles. Entonces, ¿por qué tanto interés de los poderes fácticos en denostar todo lo que rodea a las Humanidades? Deberíamos reflexionar todos al respecto.
[icon_list_item icon=’fa-angle-right’ icon_type=’transparent’ icon_color=’#857822′ icon_top_gradient_background_color=” icon_border_color=’undefined’ title=” title_color=” title_size=”] El hábito de la lectura
Trayendo a colación lo dicho en el punto anterior , tengo que concretar que, cuando hablo de “lectura” no solo quiero referirme a Literatura en sentido estricto, sino a cualquier clase de lectura, incluso la científica. Hay excelentes escritores-divulgadores de Ciencias que me parecen ideales para los más jóvenes, dígase, por ejemplo el insigne Isaac Asimov. No concibo mi adolescencia sin algunos de sus estupendos libros de ciencia en general y de ciencia ficción en particular (mis preferidos, sin duda, la saga “Fundación“), al igual que el lúcido Julio Verne. ¿Por qué circunscribir a los más jóvenes a lecturas que ni de adultos nos apetecen por ser tochos infumables? Siempre he pensado que la lectura de algunos “obligados” contribuyen más a desmotivar que a incentivar la lectura. Creo firmemente que cada lectura tiene su momento y mi opinión, quizás no mayoritaria, es que los planes de lecturas escolares andan un poco alejados de las inquietudes de niños y adolescentes. ¿Estaremos errando sin intención o hay algún interés oculto detrás de tanta torpeza?
No se puede obligar a nadie a que le guste “El Quijote”, por más que nos pese al ser una obra imprescindible de la Literatura Universal. Cada persona debe descubrir sus lecturas preferidas en función de sus gustos y aquí, como en botica, hay de todo. Mis lecturas más apasionadas de adolescente tenían que ver con la Ciencia pura y con la ciencia ficción. Me apasionaba ese mundo y, sin embargo, aquellas estaban completamente alejadas de mis inclinaciones naturales y de las profesionales (para quienes no lo sepan aún, estudié Ciencias Jurídicas y, aunque ya no me dedico al mundo del Derecho, me sigue pareciendo apasionante). Quizás esas lecturas eran válvulas de escape, formas de soñar y evadirme, meterme en otra piel. ¡Ser otra persona! ¿No es eso, acaso, el principal objetivo de la lectura por puro placer?
[icon_list_item icon=’fa-angle-right’ icon_type=’transparent’ icon_color=’#857822′ icon_top_gradient_background_color=” icon_border_color=’undefined’ title=” title_color=” title_size=”] La práctica de la escritura
Cuando se lee mucho, normalmente se termina sintiendo la necesidad de escribir. ¿Escribir un libro? No tiene por qué. Hay muchas cosas que se pueden escribir. Ahora mismo, las redes sociales son una cancha maravillosa para explorar y explotar el mundo de la escritura. Hay personas realmente imaginativas en Twitter que son capaces de sintetizar ideas brillantes en 140 caracteres. ¿No es eso escribir? Quevedo sería feliz si lo viera, pues Twitter es la mejor manifestación actual de su amado conceptismo, resumido en la preciosa frase de Baltasar Gracián: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. Es evidente que nuestro mundo se está renovando y que las formas y estructuras de antes no parecen dar cabida a las nuevas expresiones de los ciudadanos. Entiendo que por eso las cambiamos. Cuando parecía que el lenguaje y la escritura creativa estaba a punto de morir, han llegado el Whatsapp, las redes sociales e internet en general y escribir vuelve a ponerse de moda. Esto apoya una idea que me encanta: el ser humano necesita comunicarse tanto como respirar.
En resumen y para finalizar, hay personas que pueden tener una mayor facilidad para expresarse por escrito, pero ello es completamente compatible con la posibilidad de aprender o mejorar la manera de escribir, cosa que jamás ocurrirá sin esfuerzo.
Lee mucho y practica la escritura cada vez que puedas: es la única manera de convertirte en un buen escritor o en un mejor redactor.
Yo soy de ciencias puras. Adoraba las matemáticas, la química y la física. Creo que se puede aprender a escribir con corrección, pero también que el gusanillo debe estar en uno para pasar de una hoja en blanco a una historia o idea desarrollada. Así que yo lo dejo en tablas. 😀
Yo también adoraba la física y la química, pero me horrorizaban las mates, porque mi cerebro no contiene mucho de lógica matemática. Me tuve que esforzar mucho para tener buenas notas y es que si yo no entiendo algo, soy incapaz de repetirlo.
Gracias por compartir tu opinión, Cristina. Las tablas suelen ser, a menudo, la mejor explicación.
🙂
Estoy completamente de acuerdo en todo lo que dices, Laura.
Creo que a nadie, salvo a los idiotas, se le escapa que los `poderes fácticos nos quieren ignorantes, para poder manejarnos mejor. No hablo de la televisión y sus contenidos porque sería muy extenso.
En general, creo que la lectura beneficia mucho la capacidad de sintetizar lo que se quiere expresar en un texto comprensible.
Pero conozco gente que lo único que lee son manuales y documentos legales y escribe fatal, horrorosamente, sin ningún respeto a la gramática y con una falta de ortografía cada tres palabras.
En esos casos no creo que sea el hecho de leer mucho o no lo que les ayude, sino reconocer que lo hacen mal y que faltan al respeto a las personas que los leen.
Y eso sin contar con los que no saben sintetizar una idea en una sola frase, o lo hacen de forma que enredan tanto, que ni ellos mismos se entienden cuando leen lo escrito.
Y si quieres ejemplos concretos, en privado te pongo unos cuantos.
Un saludo.
Efectivamente, Manuel. Tener mucha formación no es siempre sinónimo de redactar con un mínimo de coherencia, correcta y analíticamente. De hecho, yo que soy jurista de formación, puedo asegurarte que la mayoría de los etxtos jurídicos están muy mal redactados. Se confunde escribir bien, con ser “elitista” en la expresión; se cree que logrando textos incomprensibles, uno es más inteligente. Olvidan que comunicar bien es la mejor forma de ampliar la inteligencia, porque implica que lo que sabes, por difícil que sea, debe ser adaptado para que lo entiendan quienes no tienen una determinada y específica formación.
El lenguaje, desde mi punto de vista, es una manera de inteligencia. Si se aprende a usar adecuadamente, puede llevarte a muchas partes, aunque no sepas Matemáticas. 😉
En cuanto a la capacidad de síntesis, hay grandes oradores y escritores que tampoco la tienen. Así pues, creo que esa capacidad reside en otra parte del cerebro. Un tema interesante a tratar, ¿verdad Manolo? 😉
Gracias por tu opinión.
Bueno pues mi humilde opinión es que escribir bien se aprende, otra cosa es tener el Don innato de saber transmitir lo que quieres decir, hay mucha gente que tiene mucha facilidad de palabra es un buen comunicador aunque no escriba de forma ortográfica correcta.
Espero que te sirva .
Un besazo
Has aportado un dato muy interesante con el que estoy de acuerdo, aunque no se produzca siempre: hay buenos oradores que no son buenos escritores. Has sintetizado perfectamente un tema que considero muy interesante.
Gracias Merche.
Escribir bien es muy difícil y no me refiero a las normas ortográficas que se han de respetar.
Haciendo un poco o bastante recuerdo de mi historia, mi noviazgo, en gran parte, era por epístolas.
Saber que lo que escribes queda siempre, es algo que tienes que superar si te animas a hacerlo. Para mí es un “arte” hacerlo bien y admiro mucho a las personas que se quedan satisfechas con lo plasmado en blanco y negro. Siempre le encuentro defectos a lo que yo hago ya que nunca refleja del todo lo que pretendía transmitir.
Vaya, no escribí bien mi email, ¿Entiendes lo que quiero decir? 🙁
Me ha encantado tu post. Creo que has hecho un resumen excelente de lo que hoy tenemos en la sociedad, en cuanto a escritura y lectura. Recuerdo que cuando iba al colegio, hacíamos dictados y copiados todos los días y las faltas que teníamos las escribíamos 50 veces. ¡Madre mía! Si no querías escribir, más te valía aprenderte cómo era la palabra. No digo que ahora tenga que ser así, pero sí encuentro más relajación en cuanto a las faltas por parte incluso de los maestros. Por otra parte, de siempre me ha interesado la lectura y la escritura, será porque mi padre desde pequeña me lo inculcó. Su amor por los libros, la lectura, la escritura, la pintura,… es algo que me ha trasmitido y que ya siento como mío. ¿Será innato, será adquirido? Ni idea. Si soy o no buena escribiendo, pues no lo sé, pero siempre intento dar lo mejor de mí y expresarme lo mejor que puedo aunque no es fácil. Creo que hoy en día hay gente que simplemente “pasan” del tema porque no les han transmitido la importancia que tiene.
Bueno, que me enrollo demasiado. Feliz fin de semana, guapa.
Un post de lo más interesante y que tiene mucha tela.
En mi caso, no mamé en casa el gusto por la lectura, nunca vi a mis padres con un libro en la mano, salvo el períódico que mi padre leía de cabo a rabo y los crucigramas o libros de jardinería o agricultura que consultaba mi madre, a pesar de que había en casa una biblióteca interesante.
Independientemente de lo aprendido en cuanto a escritura, que en mi caso las monjas eran bastante duras al respecto, no pasabas de curso con faltas de ortografía, en mi opinión el hábito de leer hace que se escriba mejor, porque sin darte cuenta trasladas al papel lo leído. Yo me metí de lleno en la lectura desde niña, primero con un tipo de lectura y a medida que cumplía años se ampliaba el horizonte, había tanto que leer, era una devoradora de libros y no concibo mi vida sin un libro a mano, en papel o digital.
Me considero buena lectora, no sé si buena escritora, pero siempre escribí un diario, muchooos, en el que plasmaba mi día a día, por esas cosas de la vida, no los conservo y cuanto me arrepiento, mira por dónde ahora tengo un blog donde además de publicar recetas algo escribo, quien me lo iba a decir.
No sé si es un don, porque si no lo alimentas te quedas en blanco, más creo que hace la práctica!!
Besos hermosa!!
Da igual el lugar que elijamos para escribir, la cuestión es hacerlo. Yo creo que todos tenemos ese gusanillo dentro, pero algunos lo hemos dejado salir un poco más o menos y a otros les queda aún dejar que asome la cabeza. Escribir es un desahogo en muchos sentidos. Ayuda a curar por dentro y eso es mejor que un psicoterapeuta en muchas ocasiones. Y, como bien dices, mientras más practicas, más ansias de continuar dejando suelta la mano y el boli. ¡O las teclas del ordenador!
Es un tema que sí, daría para mucho.
Me alegra que te haya interesado. Besitossssssssssss
Yo creo que a escribir bien, como bien dices, se aprende escribiendo y leyendo. Esos son los pilares básicos, aunque puede haber alguna predisposición genética a hacerlo con más soltura, a crear desde la nada un articulo o una historia. Lo cierto es que, aunque tengas esa facilidad para crear y redactar, el hábito hace al moje.