—Dime dónde la quieres.
—Ve moviéndote a ver…
—Llevamos así dos horas y me estoy cansando, Saúl.
—¡Espera, espera…! ¡Para un momento!
—¿Aquí? ¿Ya?
—No, ahí no queda bien. Creo que un poquito más a tu izquierda quedará mejor.
—Saúl, ¡ya está bien! Aquí mismo la dejo.
—No, ahí no, que no se verá bien.
—La verán bien desde cualquier sitio.
—Sí, bueno, pero me gustaría que la viesen desde la puerta. Quiero que puedan admirarla desde que abran la puerta.
—Eres un sádico, ¿la sabías?
Saúl sonrió mientras Miriam movía la mano del cadáver de Julia, apoyado en el frondoso árbol de Navidad recién engalanado.
Relato corto escrito por Laube Leal
Me he quedado traspuesta Laura, todo bien hasta leer la mano de un cadáver…será que hoy estoy espesita…
A ver si alguien entiende lo que yo no.
Muacksss
jajajajajajajajaja
Menudo regalo.