“Este país no tiene remedio, aunque me esté mal decirlo en mi calidad de extranjero. Existen dos grandes partidos, en el sentido clásico del término, que son el conservador y el liberal, ambos monárquicos y que se turnan con amañada regularidad en el poder. Ninguno de ellos demuestra poseer un programa definido, sino más bien unas características generales vagas. Y aún esas cuatro vaguedades que forman su esqueleto ideológico varían al compás de los acontecimientos y por motivos de oportunidad. Yo diría que se limitan a aportar soluciones concretas a problemas planteados, problemas que, una vez en el gobierno, sofocan sin resolver. Al cabo de unos años o unos meses el viejo problema revienta los remiendos, provoca una crisis y el partido a la sazón relegado sustituye al que le sustituyó. Y por la misma causa. No sé de un solo gobierno que haya resuelto un problema serio: siempre caen, pero no les preocupa porque sus sucesores también caerán.
En cuanto a los políticos, desaparecidos Cánovas del Castillo y Sagasta, nadie ha ocupado su puesto. De los conservadores, Maura es el único que posee inteligencia y carisma personal para disciplinar a su partido y arrastrar a la opinión pública tras él, al menos, sentimentalmente. Pero su orgullo le desborda y su tozudez le ciega. Con el tiempo crea distensiones internas y enfurece al pueblo. En cuanto a Dato, el hombre de recambio del partido, carece de la necesaria energía y le cuadra el apodo que le aplican los mauristas despechados: “el Hombre de la Vaselina”.
Los liberales no tienen a nadie. Canalejas se quemó en salvas que decepcionaron a todos hasta que un anarquista le voló los sesos ante el escaparate de una librería. Los liberales, en suma, se sostienen sobre la única baza del anticlericalismo, recurso que surte un efecto popular, facilón, inútil y breve. Los conservadores, por el contrario, aparentan ser beatones y capilleros. Así ambos halagan los bajos instintos del pueblo: éstos, la blandura sensiblera católica; aquéllos, el libertinaje anarquizante.
Dentro de los partidos, la disciplina es inexistente. Los miembros se pelean entre sí, se zancadillean y tratan de desprestigiarse los unos a los otros en una carrera disparatada por el poder que perjudica a todos y no beneficia a nadie.
Estos dos partidos, sin base popular y sin el apoyo de la clase media moderada, están condenados al fracaso y conducirán al país a la ruina”.
Fragmento de la novela de Eduardo Mendoza, La verdad sobre el caso Savolta, publicada en 1975. No dejen de leer la entrevista que Juan Cruz le hace al autor a principios de este año 2015 en Babelia.
Iba a decir “increíble”, pero es que ya no me extraña nada. Tan asqueado estoy que hasta las ganas de guillotinar que en el pasado demostré a base de tweets y entradas cargadas de ira en Facebook ya no me sirven de nada.
Si por lo menos hubiera un pueblo que se alzara en armas, pero ni eso…
El propio fragmento de la novela habla de cómo entretener a un bando de ciudadanos y a otro y es exactamente lo que sucede hoy en día. Es el problema de la imperfección de la democracia. Mandan las mayorías y ya sabemos qué fácil es manejar y “emborregar” a las mayorías.
Si esto sucediera en Gran Bretaña te aseguro que ya se hubieran puesto como motos, pero, chico… It’s Spain!
Besitosssssssssss
uuuffff…..te lo juro, estas cosas no me afectan al momento que estoy viviendo ahora mismo…Solo puedo decir que es increible como los errores en la sociedad se repiten hasta la saciedad…yo desde mi pequeño palco seguire protestando….y asi en el futuro poder decir..”.yo ya lo decia”…pero se que no servira de nada….De momento sigo en mi exilio cybersocial….Hasta pronto!!!
“El hombre es el único animal que tropieza tres veces en la misma piedra”. Y si le dejas, tropezará muchas veces. El problema es la falta de consciencia. Cuando no se es capaz de reflexionar y tomar consciencia de por qué suceden las cosas, éstas vuelven a repetirse. Nuestra sociedad vive completamente ensimismada, mirándose el ombligo y, mientras, pasa todo lo que está pasando.
Toma airito, que seguro te va a venir bien.
Muacccccccccccccccccc